12 de octubre de 2005

Al día de hoy

Tengo 21, para 22 años. Y estoy más confundida que cuando tenía 15.
Siempre creí que estaba segura de lo que quería. Que las cosas que empecé eran las que quería hacer. Al menos algunas, claramente que nadie tiene en claro todo lo que quiere en la vida.
Ahora no sé. No sé nada. No sé si lo que hago está realmente bien. Si es lo que me conviene, si es lo que necesito. Si es lo que puedo hacer.
Se dice que uno siente adentro cuando lo que hace está bien. Yo siento que muchas de las cosas que estoy haciendo, o que empecé, están bien, me hacen bien. Pero si hago la vista gorda...son demasiado costosas para mí. Porque a la larga me están afectando negativamente. En algún punto...me están haciendo mierda en algún aspecto.
Me gustaría volver atrás, tantas veces, a cambiar las cosas que han pasado. Y que mierda saber que eso es imposible. Que mierda.
Estoy acá. Estoy enferma de la cabeza porque yo sola me meto en cosas que no debo. Porque yo sola me convenzo de que lo que estoy por hacer está bien y me va a hacer bien y es lo conveniente. Y muchos de afuera me dicen que no, ¿pero los escucho?. Claro que no. No escucho a nadie.
Pero hoy me detuve a escucharlos. A escuchar lo que tienen que decirme. A tratar de entender sus razones, sus planteos, sus explicaciones. Hoy me detuve para, por un momento, hacerles caso. Y me di cuenta que en algunas de esas cosas que yo jamás quise escuchar...tienen razón.
Lástima que mis dos padres no concuerdan en las cosas que dicen. Él me dice una cosa y ella me dice otra cosa. Pero en algo coincidieron. Y después él dijo algo de otra forma...pero ella lo dijo bien, y yo no la quise escuchar. Sé que parece difícil de entender quizá esto último. Pero no lo es.
Es fácil creer que los padres nunca tienen razón. Fácil pensar que están locos y que no nos quieren escuchar realmente. Pero al final, lo que dicen, aunque a veces lo digan de mala manera...no está tan errado.
Asi que acá estoy. Con la cabeza en los pies. Sin saber qué rumbo agarrar. Qué cosas dejar y qué cosas no.
Y el egoísmo no me sale. Por más que lo intente. No puedo pensar solamente en mí y lo que a mí me conviene.
Puta madre.

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