16 de mayo de 2012

Bullied

Toda mi vida tuve problemas de sobrepeso.

Desde que tengo memoria, fui gordita, pasando por etapas de obesidad en los cuales "gordita" era una palabra que intentaba minimizar mi estado, más que un adjetivo real aplicable.
No me voy a hacer la boluda. Me gustó toda la vida comer. Y cuando era chica, le daba duro a las golosinas. No, no les voy a decir "ay tengo problemas genéticos". Sí, probablemente la genética tenga mucho que ver, y la mala alimentación de la gente con la que conviví hasta ahora, pero también es culpa de uno mismo.
No sólo padecí de la crueldad de mis compañeros de escuela primaria (todo aquel que fue gordo, y más siendo mujer, sabe bien de lo que hablo), sino también en mi propia casa. Con un padre y un hermano que han sido siempre fanáticos de la burla, y de hacer sentir mal al otro, yo no pude ser la excepción.
Así que ahí fue la poca autoestima que pude tener de pequeña. Llegando a una casa, deprimida, por todas las barbaridades que me tenía que fumar en el colegio (doble turno, todo el día ahí), y encontrarme con dos personas que más que ayudarme, me la empeoraban.
Mis recuerdos son de una vida a dieta. Probé de todo, hasta esas pastillas de dudosa procedencia que no eran otra cosa que diuréticos. Perfecto, bajé 5 kilos la primer semana. Pero al mes no podía pararme.

Subía y bajaba.

Cuando me puse de novia, estaba en un peso medianamente decente (pero solo con dieta, así que estaba fofa), y dejé de fumar. A eso le sumo problemas de tiroides. ¿Resultado? 20 kilos arriba. Otra vez la lucha con la obesidad.
Entonces decidí anotarme en un gimnasio y que me dure la intención. Es el cuarto al que voy, pero por primera vez, no abandoné nunca (salvo un período de 5 meses por razones laborales/económicas). Y estoy yendo desde febrero del 2009.
Pasé por dos dietas, la actual es vegetariana, ya que dejé de comer carne en agosto del año pasado.
Y en todo este tiempo, si bien los resultados son palpables, como que mi mentalidad sigue siendo la mentalidad de una obesa. Aunque últimamente, ya me cuesta mirar el espejo y no ver las cosas obvias, como las marcas que se me hacen en la cara. O el hecho de que haya tenido que achicar los jeans para no parecer una bolsa de papas.

Así y todo, el autoestima no aumenta. Y me pasa que muchas cosas de las que me dijeron, me revolotean en la cabeza, negándose a desaparecer.
Hasta que quizá, alguien de ese pasado, que no hacía otra cosa que no fuera puntualizar en tu gordura, te dice algo positivo.

Hoy mi viejo me dijo, entre otras cosas, "Mantené ese físico". Ese mismo hombre que cuando era chica me decía cualquier otra cosa.

¿Vieron como algunas frases dichas en un momento preciso pueden tener una fuerza determinada?

Creo que este fue el momento en el que dejé de hacer lo que estaba haciendo, tuve que mirarme de arriba a abajo, y pensé para adentro: "Pará....esto no era así antes. No es lo mismo"

Estoy haciendo las cosas bien. El proceso es lento, pero los resultados ya los puedo ver un poco mejor. Y no me falta tanto para llegar a ese número que, creo yo, va a ser el ideal.

PD: Hablar de estas cosas en un espacio público ya es, para mi, dar un paso importante.

7 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias por compartir todo esto con nosotros Zoque. Me alegra que te empieces a sentir mejor con vos misma, no por el mismo problema pero también he tenido temas con mi autoestima. Tuve un punto bien alto que no podía creer y ahora caí de nuevo un poco. Pero bueno supongo que hay que mentalizarse y como decís si las palabras vienen de quien te importa y en el momento justo eso es un empujón muy grande :)

Maximus dijo...

Y suele pasar que esas personas el único tema de conversación con la persona en cuestión, es sobre su peso, como si no existiera otro tema, parecen locos sólo hablando de eso. Y hablo de los bienintencionados, no de los burladores profesionales, quienes son personas horribles, que profesan la filosofía de Homero Simpsson para el colegio: Burlate del diferente. Y como todos somos diferentes, nunca se les acaban las víctimas. Shit.

Jack el Despotricador dijo...

Yo estuve gordito entre los 9 y los 12 años. Cuando detectaron que tenía 216 de colesterol me puse a dieta y adelgacé. Me mantuve durante toda mi adolescencia, y desde hace un par de años volví a subir de peso, culpa del ritmo de la facu. Tendré que ponerme las pilas y salir aunque sea a caminar.

Sé lo que sentís. Mi hermano se burlaba constantemente de mí cuando yo era chico :(

Saludos!

Lucía-yoquemebusco- dijo...

¿qué querés que te diga?
*Seguí así que vas bien.
*Cuidate, es lo que importa.
*Que te chupe un huevo tu viejo y lo que dice, empezá a marcarle las cosas que él podría mejorar a ver qué hace con eso ¡ja!
*No importa cuánto bajes, si tu mente no se da cuenta que podés ser linda en cualquier forma que tengas, va a ser lo mismo.
*-Alamierdatodo-
Pero creo que podría ser un poco de las 5 cosas.

¡salú!

Lucía

Mr. Kittin [♥] dijo...

Se podria decir que muy bien! Aunque como dice Lucia, el tema de la autoestima hace que una gordita se la banque y que las flacas sean generalmente unas insatisfechas, no pasa por la del espejo, pasa por la de la cabeza.
Las burlas siempre resguardan de los propios errores...
Hay que aprender a convivir con uno mismo con todo y rollitos, y en todo caso disfrutar de la actividad fisica solo por el hecho que divierta y haga bien. Sino, si es para adelgazar, no funca...
Siempre pense, "mientras no duela, es divertido" vos ve... ;P

Zoqueta dijo...

Ojo, yo no lo estoy sufriendo. Me encanta ir al gimnasio ponele, me hace bien a la mente, me despeja..lo disfruto mucho.
A lo que iba era que fue toda una vida de menospreciarme, por darle bola al resto. Todavía a veces lo es, pero menos que antes.
Vivir a dieta si es un tanto engorroso, porque aburre. Pero por lo demás, no me molesta. Y menos si veo que da resultado!

Creo que lo del autoestima no viene de la mano con el peso solamente, pero no tengo ganas de volver a psicólogo por ahora :P

Her dijo...

Supongo que la salud es lo primero.
Y si la autoestima se hace la difícil, no te olvides de nuestra propia limitación cultural: en São Paulo, por ejemplo, las flacas diosas de acá son las feas, y no te estoy jodiendo eh.