6 de junio de 2011

El queso maldito

La gente que utiliza brackets, o los ha tenido que utilizar, sabe que corre con una pequeña desventaja sobre el resto de los mortales: la limpieza dental, que si bien puede ser repetida las veces que uno quiera a lo largo del día, jamás será tan efectiva como la de alguien que no tiene ningún elemento adicionado a sus dientes.
Hay partes que son difíciles de alcanzar con el cepillo teniendo el cuchuflo ese de metal adelante, y con el correr de los meses uno se aburre de usar el cepillo interdental todos los santos días, así que de por sí son varios los factores que hacen que nuestros pobres dientes comiencen a ser visitados por los "germanes".

Hace poco me sacaron los brackets [luego de unos cuantos años] y festejé, salté en una pata, qué felicidad tenía. Los dientes derechiiiiitos como una regla, y por fin podía usar un cepillo de dientes como la gente.

Pero ahí llegan las consecuencias inevitables. Las amigas caries, que de pronto sienten cual escocés de William Wallace la inminente libertad tras liberarse del Rey Bracket opresor, y emergen desde la oscuridad de los dientes para decorar nuestra boca de negras excavaciones.

Por ahí apareció una muy notable señora caries. En una muela. Por supuesto, harta ya del encuentro no-afectivo con los dentistas, decidí esperar un poco. Una cariecita, ¿qué mal podría hacerme? [además de que estas cosas suelen aparecer, o ser recordadas, cuando uno ya no cuenta con el dinero suficiente para ir al dentista] [o simplemente no quiere ir porque es cagón] [¿yo? de la primer categoría que nombré, por supuesto... cof cof]
Con el correr del tiempo la pequeña creció, y para cuando me di cuenta, era un pozo. Mis ratos libres disminuían, y seguía pateando la visita al dentista.
Hasta hoy.
Hoy, un caballero de oscuros atavíos y macabras intenciones, disfrazado en la forma de un inocente trocito de queso [semiduro], decidió dejarme con media muela menos, y con un turno urgente para dentista dentro de 2 horas. Qué broma cruel del destino, que algo tan rico me obligue a algo tan horrendo, como es pasar otra vez por el espanto del torno, y la reprimenda del gancho ese que te clavan en las caries y duele como la gran puta.
Ahora me traumo, como Mafalda con la sopa.
¡Queso jodeputa!


2 comentarios:

Mr. Popo dijo...

Como dicen, "ve la vaca y llora" :P

Milu dijo...

Uy, cuando mencionaste lo de los brackets, pensé en cosas verdes pegadas en los dientes boluda, posta.