La primer película del 2010.

Sin dudas, una película donde hay verde y bichitos locos, va a tocarme el corazón de una manera difícil de explicar.

Avatar nos sitúa en un futuro casi post-apocalíptico [nuestro planeta hecho mierda pero aún está "vivo"], donde un grupo de humanos [militares y científicos] se dirige a un planeta nuevo en búsqueda de un material que vale millones de dólares el kilogramo. El inconveniente es que el planeta, además de estar habitado por una biodiversidad maravillosamente imaginada, también lo está por una tribu nativa llamada Na'vi. Y el punto clave de la película [para los humanos, claro] es que la mayor cantidad de esa roca productora de millones de dólares está justo debajo de la zona donde habita esa tribu.
Para lograr un acercamiento con esa tribu, enseñarles el idioma, y ver si pueden convencerlos de que se "muden", los científicos crean los "avatares", que son mezcla de ADN humano y de ADN de los nativos, una especie de humanoide que desde una máquina especial un humano puede manejar como si fuera un segundo cuerpo. Y ahí entra en la movida el protagonista principal, un soldado cuyo hermano gemelo muerto tenía asignado un avatar. Como comparten ADN, se lo asignan a él, y él va a ser quien llegue más adentro que ningún otro a una tribu en particular.

James Cameron siempre trae con sus títulos un sinfín de efectos meticulosamente realizados, que por época nos van sorprendiendo cada vez un poco más. Quien tenga el gusto de ver esta maravillosa película, no podrá diferenciar lo que debería ser imaginario con lo real. Está todo tan perfectamente logrado, que por un instante realmente creí ver a un Na'vi real y no imaginario caminando por su bosque, o a un humano manejando un robot gigante como si de verdad fuera una suerte de Koji Kabuto y Mazinger de la era actual.
La descripción del mundo donde habitan esos nativos, y los colores, y verlo en la pantalla grande logra que uno realmente sienta un amor verdadero por ese bosque, por esas plantas y esos extraños animales por los que ellos sienten tanta devoción. Uno se termina preguntando si un lugar tan mágico como ese podría existir en algún rincón de este mundo, y las ganas de desaparecer en un sitio como ese no faltan.
Es tan increíble ver a un nativo de los Na'vi llorar, o incluso acariciar un cuerpo humano, que la línea entre ficción y realidad se reduce a una cosa realmente ínfima.

Una obra muy bien lograda, que realmente vale la pena verla en la pantalla grande, y de ser posible en alguna 3d. Una pinturita, por la que valió la pena esperar a ir a verla.

Yo le dejo unos 10 zoketitos, y mis aplausos de pie.