Es conocida Ley del Don Murphy de los cojones, que en cuanto te embadurnes la boca de pasta dental ("Mental" como dice mi abuelo) y empieces a cepillar; sonará el maldito teléfono y deberás intentar atender porque casi siempre es un cliente.
Dos opciones: Escupís rápido la pasta mental y te enjuagás así nomás en pos de atender, o bien atendés con esa voz de gangoso mogólico que te deja al menos un buen sabor en la boca.
Hoy me rebelé y no atendí un carajo el teléfono. Y después me enteré que era mi viejo que quería ayuda con algo, jojojojo.
Murphy, I hate you.
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