Caca

La campaña que tengo acá al costado hecha por un viejo amigo blogger, de juntar soretes de los perros; podría ponerse en práctica de vez en cuando.
Últimamente, de 10 veces llevo a mi perra, 4 vuelvo con la zapatilla cagada. Y no son pequeños sectores donde "bueeeee, se adhirió amablemente un trozo de sorete". No no no, casi siempre es un SEÑOR sorete gigante que me pinta de marrón toooooooooooda la suela, y a veces hasta los costados.
Terminan produciéndose distintos escenarios al retornar a casa, en los que, en general (si sé que hay alguien) toco el timbre y amablemente le pido a la persona que me intercepta en la puerta, que me alcance unas pantuflas "para no llenar la casa de mierda".
Me aburre perder tiempo en el lavadero cepillando la suela para limpiar entre los espacios los pedazos de sorongo, así que a veces me pongo a pensar pelotudeces (que raro), para pasar el rato.
Y hoy se me ocurrió escribir una poesía alegórica:

Un hermoso can adoptaréis

         y muchas gratificaciones tendréis

         Pero, ¡cuidado!
 
         Si a la plaza al can llevaréis

         Es posible que mucha mierda piséis

         Y cantidad de panes de jabón gastaréis

         Cuando la mierda, quitar, intentéis

La título "Poesía del poeta pisa mierda". Una oda al vandalismo de dueños de mascotas que cagan por doquier, y que no suelen ser caniches justamente.

Debería dejar de lavar las zapatillas y dejar un par exclusivo para ir a la plaza, porque no hay con que darle: por lo menos 1 vez a la semana vuelvo enmierdada.