3 de noviembre de 2006

El bondi

Ese amigo del alma.
Viajar en transporte público es una odisea digna de un libro de "Shekspier" y/o/u "Homero".
Es como un maravilioso mundo entre 4 paredes (Si lo piensan son 4 paredes...¡andantes!), con una gama de fauna y flora increíbles. Desde el ser humano, hasta el hongo de pie, la bacteria de manos, la transpiración con viva propia...¡y vaya si encontramos olores únicos!. ¡Sí señor!.

Situaciones bizarras, no son difíciles de hallar para aquelios que rondamos este amiguilio destartalado más de dos veces al día, nuestro ruidoso transporte que; sin embargo, ha servido de cama pasajera a más de uno.

Como el que se había quedado dormido en el asiento de adelante, y se tambaleaba graciosamente hacia afuera. No tan gracioso era, estar poniendo la monedite, y que el tipito te golpee en el hombro...¡porque se caía, claro, claro!.
fué gracioso ver como el colectivero, en una maniobra única de los dioses colectiveros, con una mano lo empujó hacia el asiento salvándolo de una precipitada caída hacia el suelo. ¡Sin dejar de mirar hacia adelante!.
O el que no tuvo salvación de nadie y nomás se cayó y se rompió los cuernos.
O el que hoy, CREO estaba profundamente dormido, a juzgar por un "no asqueroso para nada" hilo de baba que le colgaba desde la boca hasta el buzo. ¡Ideal!.

Días como estos y tantos otros son en los que una piensa, ¡qué importa si se me terminó la pila del mp3!. El maravilioso mundo del colectivo y sus pasajeros, me va a dar diversión suficiente para matar el tiempo. ¡Amén! (?).

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