15 de septiembre de 2005

Hoy mi mamá me comentó que a veces le gustaría vender todo acá -capital federal- e irse a otro lado, como ser Patagonia, o Mar del Plata, a vivir. Y me revolvió un deseo que yo siempre tuve, que es el de irme afuera.
Afuera de acá, de esta ciudad, que no me gusta. No hay con qué darle, no me gusta. Me incomoda, a veces me deprime, me cansa, me harta. Siempre tuve ese deseo reprimido de agarrar e irme a otro lado. Al principio pensé en esperar hasta recibirme para poder hacerlo, para poder empezar concretamente de cero en otro lado. Pero veo como viene la mano y no sé si tengo ganas de esperar.
Y la idea, no voy a mentir: me entusiasmó.
Cuando fuí a comentarle que la idea me gustó, que a mi me encantaría irme a estudiar a otra parte, me sacó cagando. Me dijo que ella lo pensaba para cuando deje de trabajar. Claro, asi cualquiera, cuando ella termine de trabajar yo ya estoy recontra recibida (Supongo).
Y se me pincha el globo...no es fácil para mi pensar en tener una vida alejada de mi casa, de ella, de mi viejo; hasta (Muy importante en mi caso) de mi perra. Cuando ella me dijo todo eso de querer irse, sinceramente me simplificó mil cosas. Guacha de mierda, explicáte bien, ¿no ves que me emociono enseguida yo?.
No sé si soy cobarde o mamera, no sé qué es. Por un lado, tengo muchisimas ganas de otra cosa. Y por otro lado, no sé si soportaría el desapego que conlleva esta idea.

Maldita confusión, maldita. Te pongo un stand-by, mientras me tomo unos mates y sigo leyendo Anatomía. Ya voy a tener tiempo de preocuparme por vos, soreta.

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