Siempre que llega el domingo, automáticamente algo sucede dentro mío, y a no ser que aproveche el día para salir y hacer algo distinto (cosa que no suele suceder últimamente), me deprimen. Me sacan de quicio.
Hoy fue la primera vez en mi vida, que me despiertan con el desayuno en la cama. Novio se levantó temprano, fue a la panadería, compró unas facturas requete ricas, y preparó dos tecitos. Con todo eso vino, y me despertó. Y así, el domingo arrancó de tal manera, que a pesar de hacer lo mismo de siempre -estudiar y preparar cosas del trabajo para mañana- ya tiene otro color. Otra sensación.
¡Algo tan pequeño puede llevar a un cambio tan grande! Pequeñas delicias de la vida.
6 comentarios:
Seguro, porque generalmente el Domingo es el día más rutinario de todos.
que lindo! totalmente, actos asi te cabian el tinte del dia
Una maravilla ese Novio ¿eh?
Ahora sí, que no se le ocurra hacer eso todos los Domingos porque se pierde el efecto ¬¬ jeje
¡salú!
Lucía
Jajaja, como todo... si se vuelve repetitivo, pierde la gracia. Y una pierde cintura, de paso!
XD
Es cierto. A mi me cambio el dia cuando en el cole de la mañana el colectivero me sonrio (!) Pequeños detalles que cambian la actitud para que un dia regular se vuelva un buen dia :'D
¬¬
APESTAS EL VALLE CON TU ÑOÑES!!
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