Esta tarde venían unas amigas a merendar a mi casa.
Quienes me conocen (y para los que no, lo comento) soy bastante "crota" en cuanto a las tertulias. Me encanta que vengan a mi casa y todo eso, pero no esperen que ordene 100%, o que ponga una mesa divina con velas y flores, ni nada. es más, agradezcan que les cocino, que es lo único que realmente me gusta hacer para los demás.
Pero hoy, encontré tantas porquerías caretas en mi casa, que por una vez, quise serlo yo también. La Mirtha Legrand de la merienda.
Cositos para la mermelada y el quesito con forma de hojita. Porta sobrecitos de azúcar, de esos de bar. Untadores que juntos forman una manzanita divina. Un mantel hermoso. Tacitas que hacían juego con sus platitos, y con platos más grandes donde acomodé las delicias. Servilletas bien dobladas, una debajo de cada platito.
Un lujo.
Entre las delicias, había un budín marmolado ya todo cortado y acomodado en forma de caracol en uno de los platitos anteriormente nombrados, y unos alfajorcitos de chocolate que se comían solos (aparte de tostadas de pan negro, como para que el asunto no destilara tanta gordez).
Acomodo todo esto en la mesita ratona del living, alrededor de los sillones. Imaginensé: espectacular.
Me voy a la cocina a calentar agua y leche.
Vuelvo al living. Platos vacíos... sospechoso.
Deduzco que alguien me hizo una broma (en mi casa estaban mi vieja y mi tía, casualmente burlándose de mi hermosamente montada mesa de merienda). Voy y les digo que me devuelvan los alimentos.
Nada.
Nadie fue.
Insisto con mi mirada inquisidora intentando que alguna se ría.
Nada.
Entonces me queda un solo culpable.
La huelo. Olor a budín, y ese rostro de felicidad que se experimenta cuando uno se acaba de morfar muchas cosas dulces. Ese rostro de felicidad de gordo.
La hija de puta de Atena (mi perra, para quien aún no sepa) se había morfado todo el budín marmolado, y los 6 alfajores de chocolate. SEIS.
No le saqué una foto a su cara de éxtasis porque tuve que ir corriendo al supermercado a comprar todo de nuevo.
Al menos tuvo la decencia de dejarme los platos secos y algunas miguitas, como pa compartir.
Que la tiró.