Les quiero compartir una historia que me enteré vía facebook (esas historias que llegan para marcar algo en nosotros, algo que nunca más se va a ir).
Simona era la ovejera de Jimena, una nena hipoacúsica, cuya vida cambió en el momento en que esta peludita se convirtió en su compañía. Cambiaron los juegos, cambiaron las sonrisas, cambió la comunicación, cambió todo. Simona y Jimena se convirtieron en una, formaron un vínculo tan transparente e increíble que parecía cosa de magia.
Simona se asustó en Navidad con toda esa perorata innecesaria de pirotecnia que la gente tiene, por puta costumbre, tirar en las fiestas, y huyó despavorida de su casa. No la encontraban, no aparecía, la nena empeoraba, ya no quería vivir sin su amiga. Ya no tenía esa mitad tan importante de su alma que la impulsaba a seguir adelante cada día.
Y entonces la familia de Jimena se enteró de que un hombre tenía a la perra, y no la devolvía.
Y no la devolvió.
Y Jimena se fue... perdió las ganas de vivir en un mundo donde ya no tenía a su perrita.
Ahora una familia quedó destrozada, mientras un tipo realmente hijo de puta, se cagó en todo, y no se dio cuenta -o no quiso darse cuenta- del daño que podía causar por el sólo hecho de no devolverle a alguien, su mascota. Su amiga. Su alma.
Esto va más allá de que uno sea "animalero" y sienta lo que siente (y lo que realmente, en mi caso, me pasa, porque son mi locura, son mi debilidad) por los animales. Hay vínculos que se crean con ciertas mascotas que son imposibles de explicar, de describir. Es magia pura, magnífica. Están a un nivel de entendimiento maravilloso, que va más allá de todo.
Hay gente que no conoce el grado de daño que causa, que puede llegar a causar en otra persona. Y estas cosas no se tienen que dejar pasar sin, al menos, decir algo al respecto.
A mi, por lo menos, como ser humano que me tocó ser, me da vergüenza ajena, pero sobre todo me da MUCHO ASCO, pertenecer a la misma raza que personas como ese hombre. Pero creo fuertemente en que "todo vuelve", y ya va a sentir en carne propia, de alguna forma, el daño que ha causado.
Realmente, no tengo otras palabras para decir esto.
Que la historia de Simona y Jimena no se repita.
Que aprendamos a respetarnos unos a los otros, y entendamos que los animales no son adornos que nos decoran un sillón o una pieza.
Que reforcemos estos vínculos que nos alejan, cada vez más, de ser seres RACIONALES.
Para más información, les dejo el link (para los que tengan acceso) del perfil que se ha creado para la familia de Jimena: La página de Simona y Jimena.